LEÓN FERRARI INMATERIAL
León inmaterial propone una entrada no cronológica a la biografía de Ferrari. A partir del análisis de la documentación de su archivo -en gran parte inédita- hallamos una trayectoria que entrama su historia personal, la política y el arte de una manera compleja. Identificamos mecanismos singulares y constantes que recorren su larga vida y los denominamos modos de hacer.
Dos episodios biográficos otorgan una clave de lectura para analizar distintos modos de hacer de León Ferrari. El primero es su viaje a Italia en 1952 cuando su hija mayor se ve afectada por una meningitis tuberculosa. El segundo, el exilio a Brasil en 1976, y la posterior desaparición de su hijo Ariel a manos de las fuerzas represivas del Estado en la última dictadura militar argentina (1976-1983). Ambos episodios implicaron un desplazamiento geográfico y marcaron puntos de quiebre, provocando un brusco giro en su proyecto de vida.
En 1952, León lleva adelante su propia estrategia para encontrar una cura a la enfermedad de su hija. Descubre así a un especialista en Italia y viaja de urgencia a Florencia para que sea tratada. Allí registra las dosis de fármacos administradas, releva información en revistas de neurología, laboratorios y congresos de medicina, visibiliza el caso en la prensa nacional e internacional, a la vez que escribe cartas al Ministerio de Salud Argentino para que incorporen un tratamiento actualizado que no deje secuelas en los pacientes. Todo este entramado de acciones disuelve la distinción entre lo público y lo privado.
León permanece en Italia hasta 1955, allí comienza a contactarse con el mundo del arte, y conoce a artistas e intelectuales en un contexto de ideario político de izquierda. Inicia clases de cerámica y monta en Roma, ciudad de su abuelo paterno, su primer taller. A lo largo de su vida, Ferrari realiza obras que pueden vincularse a esta experiencia, entre ellas, la serie Carta a un general (1963), los Códigos de señales secretas (1979) o la serie Errores (1991), que exhiben momentos en que el lenguaje y la razón fallan. León Ferrari establece así una relación con el colapso del sentido.
El exilio junto a su familia (1976- 1991) y la desaparición de su hijo movilizan en León un fuerte activismo judicial en demanda de verdad y justicia por Ariel y su compañera Liliana Bietti. León transforma nuevamente un suceso personal en una lucha colectiva que continuó hasta el final de su vida. El abrupto viaje a San Pablo a los 56 años abre también un nuevo camino: el de dedicarse exclusivamente al arte. En Brasil, León vuelve a hacer obras luego de un período de 10 años apartado de la producción artística. El ambiente renovador y la necesidad de expresarse convergen en una etapa de fuerte proliferación, en la que se registra la realización de miles de dibujos y collages. Por otra parte, León retoma las piezas en alambres (1961) y, fusionándolas con su interés por la música (Primera música, 1962), da origen a la serie de esculturas musicales (1980). Comienza a experimentar con técnicas de reproducción múltiple y crea el concepto x/infinito, poniendo en cuestión el valor del original y promoviendo una circulación masiva de las imágenes. También explora El arte por correo para restablecer redes de contacto y comunicación a través del envío de obras en medio del contexto dictatorial.
En 1965 Ferrari es invitado a participar en el Premio Nacional Instituto Torcuato De Tella. Fuertemente conmovido por una fotografía publicada en el diario La Prensa, que exhibía la imagen de un vietnamita siendo torturado por soldados estadounidenses en la guerra de Vietnam y, a diferencia de lo que la comisión esperaba que presente- obras abstractas-, Ferrari realiza La civilización occidental y cristiana, su emblemático ensamblaje de un Cristo de santería crucificado en un bombardero norteamericano. La obra es censurada, pero Ferrari decide dejar otras tres cajas exhibidas con la misma temática, las cuales reciben duras críticas que Ferrari contesta a través de una carta abierta titulada La respuesta del artista, publicada en la revista Propósitos, en la que expresa: “Lo único que le pido al arte es que me ayude a decir lo que pienso con la mayor claridad posible. Es posible que alguien me demuestre que esto no es arte; no tendría ningún problema, no cambiaría de camino, me limitaría a cambiarle el nombre: tacharía arte y lo llamaría política, crítica corrosiva, cualquier cosa”.
Ferrari comienza a constituirse como un agente fundamental en el proceso de politización de la vanguardia e inicia un período que se puede describir a partir de su ensayo El arte de los significados (1968). Allí, expresa la necesidad de una experimentación estético-política capaz de ser socialmente significativa que lleva a cabo con estrategias de unión y solidaridad colectivas. Luego de Tucumán arde (1968), un movimiento de artistas unidos por su ideal político más allá de las diferencias estéticas, el colectivo decide dejar de producir obras para dedicarse a realizar acciones como alianzas con organismos de derechos humanos, organizaciones de muestras colectivas, participación en asambleas, y marchas y causas judiciales.
La prensa es para Ferrari un campo de disputa, de denuncia, un lugar de permanente intervención y un soporte que le permite amplificar la circulación de su propia producción textual y visual. En 1995 León es invitado por el periódico Página12 para ilustrar los fascículos del libro Nunca más, publicado por la CONADEP (1984), comisión encargada de reunir los testimonios sobre las violaciones de derechos humanos por parte del Estado argentino durante la dictadura. Ferrari realiza la serie Nunca más a través de la técnica del collage, que le otorga posibilidades infinitas de conjugación de imágenes, y exponen el terrorismo de Estado en la Argentina y sus relaciones con otros crímenes de la historia occidental. El diario es el medio que le permite a León expresar catárticamente el dolor personal y continuar a su vez la lucha colectiva.
Ferrari buscaba renovar formatos visuales, “formas nuevas que resuciten viejas gastadas ideas, formas que obliguen a quien las mire a detenerse, a conmoverse, a entenderlas”, decía León. Los modos de hacer ponen de manifiesto la versatilidad de sus búsquedas estéticas que se acompañan con sus acciones. Visibilizar estos procedimientos inmateriales, que en su conjunto denominamos pedagogía crítica, se vuelve hoy necesario, en cuanto pueden inspirar nuestras acciones, al generar modelos de intervención para la denuncia, la lucha y la liberación en el presente.
Texto: equipo curatorial.
La Lucha Por Los Derechos Humanos: EL CAMINO QUE TRAZÓ LEÓN
La vida de León Ferrari se transformó con el golpe de Estado de 1976 en la Argentina. Hacia finales de ese año, con su familia decidieron exiliarse a San Pablo, Brasil. Su hijo Ariel, que militaba en la organización Montoneros, decidió quedarse en el país. Fue detenido y desaparecido el 26 de febrero de 1977. Liliana, su novia, volvió del exilio para buscarlo y también fue secuestrada por las Fuerzas Armadas y desde entonces se encuentra desaparecida. La búsqueda de Ariel y de Liliana marcó la vida de León.
El CELS, un organismo de derechos humanos argentino creado durante la última dictadura militar por un grupo de madres y padres de jóvenes detenides desaparecides, acompañó la búsqueda de Ariel desde los primeros momentos. El camino conjunto del CELS y la familia Ferrari atravesó el inicio de la democracia, los años de impunidad, las estrategias por el derecho a la verdad, la condena por su desaparición en el juicio de 2017, la identificación de las responsabilidades de la Iglesia Católica por su actuación en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) y, hasta nuestros días, la búsqueda del cuerpo de Ariel.
El caso de Ariel fue juzgado en un juicio que duró cinco años y que finalizó en 2017. Las pruebas producidas por León, los testimonios de les sobrevivientes y la declaración de su hijo Pablo fueron evidencias claves. León murió antes de conocer la sentencia que logró, tras cuarenta años, la condena de diecinueve oficiales de la Armada por el secuestro y desaparición de Ariel. Ninguno de ellos aportó información sobre dónde se halla su cuerpo.
Durante 2020, junto a FALFAA trabajamos sobre la caja “Ariel” del Archivo Personal de León. En esa caja León reunió durante décadas, en distintas carpetas, sobres y folios, gestiones, informaciones, trámites, denuncias y consultas de la búsqueda y reclamo de justicia por Ariel y Liliana. Los materiales son un soporte de las memorias familiares pero también de la historia política reciente de nuestro país. Los documentos habilitan un acercamiento sensible a su historia: sus reflexiones, su correspondencia, la textura cambiante de sus trazos, y el apoyo de sus amigues, compañeres y familiares. Esos materiales también nos hablan de las estrategias que fueron parte de su experiencia política personal como familiar y activista y, a su vez, construcción colectiva en el movimiento de derechos humanos.
El compromiso militante de León tiene en la actualidad total vigencia. Las estrategias que desplegó son parte del repertorio de las luchas de derechos humanos aún hoy para impulsar políticas de verdad y justicia, y para enfrentar otros problemas de nuestras sociedades. León fue un sujeto político integral que con su búsqueda familiar y con sus infinitas herramientas logró trazar un camino potente para todes les que luchan por un mundo de menos sufrimiento y más justo.
Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).
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